Virtudes: 12 - La templanza
La
templanza
El dominio
firme y moderado de la razón sobre el deseo tiene un nombre: la virtud de la
templanza. Algunos pueden ver la templanza como una limitación que no deja
hacer lo que nos gusta, lo que quisiéramos. Se equivocan, no es una negación. Lo
que hace es integrar ordenadamente el deseo en la globalidad de la persona. No
es por tanto limitación sino grandeza.
En la falta
de templanza hay menos libertad porque los que se dejan llevar por el simple
impulso del deseo, están menos dispuestos para determinar lo que es
verdaderamente bueno. Tienen una libertad hipotecada, no conocen el sentido de
la medida y son incapaces de entender la razón para subordinar el placer a la
verdadera felicidad. Sólo piensan en esquivar todo lo que cuesta, centrándose
en deleites sensibles y efímeros.
Sabemos que
las cosas importantes de esta vida no se consiguen sin esfuerzo. La formación
de los hijos, la ciencia, la cultura, el deporte,... se han cobrado muchas
horas de esfuerzo y sacrificio. Sin la virtud de la templanza es difícil tener
la capacidad para conseguir lo que requiere tiempo, sabiendo esperar. Hoy, que
vivimos una cierta cultura del instante, es especialmente importante saber
esperar. Muchos anuncios nos invitan a alcanzar sensaciones, éxito,... con un
refresco o con una loción o perfume. Nos invitan a aprender un idioma en poco
tiempo, y es mentira. Debemos enseñar con ejemplos, que no sólo vale la pena lo
que se consigue al momento, sino que muchas cosas importantes necesitan tiempo
y esfuerzo para conseguirlas.
La intemperancia
es un signo claro de inmadurez. Un niño debe aprender de la mano de sus padres
a adquirir esta virtud. En esta virtud el ejemplo de los padres es
especialmente importante. Enseñar a vivir con sobriedad y templanza depende
mucho del ejemplo de los padres y de su exigencia, evitando caprichos y
haciendo vivir esta virtud con alegría. Enseñando ideales elevados que llevan a
una satisfacción profunda en lugar de buscar un placer superficial. Ayudándoles
a administrar con moderación lo que usan. Que vean que para conseguir algunas
coser hay que saber esperar, enseñando a no buscar una respuesta o una
satisfacción inmediata a todos sus deseos. Saber esperar será más adelante, en
el noviazgo, una ayuda necesaria. La renuncia y sacrificio de sus propios padres
por amor a ellos, los llevará a valorar esta virtud.
La
templanza hace al hombre dueño de sí mismo y le confiere la serenidad para
gobernar sus deseos y su vida hacia un bien superior, alcanzando el autodominio
para no ser influido por el ambiente... ¡ni por los anuncios!
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