Educar: 10 - Educar: ¿qué?, ¿cómo?


               Educar: ¿qué?, ¿cómo?

La educación (del latín "educere": sacar fuera, extraer, o "educare": formar, instruir) puede definirse (así lo hacen los diccionarios) como: "Proceso mediante el cual se transmiten conocimientos, valores y modos de actuar. La educación no sólo se produce a través de la palabra porque está presente en todas nuestras acciones, sentimientos y actitudes."

Basándonos en esta definición vemos que la educación contiene dos aspectos fundamentales: qué debemos transmitir, y cómo debemos hacerlo.

Debemos transmitir conocimientos y para ello los padres buscaremos en las escuelas la ayuda absolutamente necesaria. No profundizaremos más en este tema por obvio.

Debemos transmitir valores. Pero, ¿qué es un valor? Valor es un bien que asumimos como tal. Damos valor a lo que nos parece bueno o que es un bien para nosotros. Si lo definimos así, no hay valores negativos, pero sí que los hay más importantes que otros, por lo tanto hay una escala de valores ordenada en la que unos se subordinarán a otros más primordiales. Serán más importantes aquellos que hacen a la persona más persona, en cuanto sujeto racional y libre y con capacidad de amar. El éxito, el placer, el poder, el dinero, son valores que tienen una tendencia a situarse por encima de lo que les corresponde.

Debemos transmitir maneras de actuar. Se trata, pues, de ayudar a adquirir virtudes (hábitos positivos) que se adquirirán por repetición de actos y que facilitan actuar bien, y una conciencia moral que sea capaz de discernir entre el bien y el mal. Ambas cosas se reforzarán entre ellas.

En la adquisición de hábitos operativos buenos, positivos (virtudes), opuestos a los hábitos operativos negativos (vicios), que se adquirirán por la repetición de actos, es primordial la insistencia de los padres desde los primeros años de la infancia.

La adquisición de la conciencia moral, es importante porque como seres libres estamos obligados a elegir nuestras acciones y necesitamos una brújula que nos oriente y que diga a nuestra razón si lo que queremos hacer está bien o mal. Si la razón no impone la ley, se impone la ley de la selva y dejamos de vivir como seres humanos.

La conciencia habla a la razón y para que nuestras acciones sigan sus indicaciones, ella sola no es suficiente. Es necesaria pero no suficiente. Hace falta la decisión de la voluntad. Se puede saber lo que está bien o mal pero si no se tienen adquiridos los hábitos operativos, las virtudes, que nos facilitan seguir las indicaciones de la conciencia, podemos no seguirlas. Cuando esto sucede a menudo, cuando se actúa habitualmente en contra de la conciencia y no se hace caso de ella, se puede intentar dormirla para que no moleste. Si no se actúa como se piensa, se puede acabar pensando cómo se actúa. Incluso algunos han pensado que la solución sería eliminarla, la conciencia, de manera que seguir las inclinaciones naturales, el instinto, daría la tranquilidad de actuar sin sentimiento de culpa. Pero si lo hiciéramos así no nos diferenciaríamos mucho de los animales, deberíamos negar la existencia de Dios y el plan que Dios tiene para el Hombre, y negar que somos criaturas que no nos hemos inventado lo que está bien y lo que está mal.

En "Los hermanos Karamasov", Dostoiewski hace decir a uno de sus personajes la siguiente reflexión: "Si Dios no existe, todo está permitido, y si todo está permitido, la vida es imposible".

El otro componente de la educación es: ¿cómo debemos transmitir todo esto? En la definición que dábamos al principio se decía que no era suficiente sólo de palabra. Son necesarios dos factores: el amor y el ejemplo que deben estar presente en todas las acciones educativas y que son imprescindibles para reforzar la autoridad de los educadores.

(Este último aspecto se ha tratado en diversos artículos que podéis buscar en etiquetas del blog en las palabras: autoridad y ejemplo)

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