Infancia: 6 - ¿Qien lo ha matado?
¿Quién lo ha matado?
Una madre justificaba su ausencia de
casa por unas horas explicando que había ido al entierro de un conocido que
había muerto. Su hijo pequeño, al oírla, le preguntó: "¿quién lo ha
matado?"
La pregunta era la propia de quien la
única información que tiene sobre la muerte la había recibido de la televisión
o videojuegos, donde las personas mueren, normalmente, por que las matan.
Esta anécdota nos puede servir para
reflexionar sobre algunas actitudes educativas. ¿Informamos adecuadamente de
todo?
En algunas ocasiones se observa una
obsesiva preocupación por evitar a los niños cualquier contacto con la muerte,
incluso con la de su abuelo. Como si fuera algo a ocultar a los más pequeños,
se inventan a veces, extrañas historias para explicar su ausencia. Se evita,
por encima de todo, que lo vean, ya difunto, o que asistan a su entierro.
"Se podrían impresionar", dicen algunas madres. Se evita hablar de
ello, como si se tratara de privarlos del derecho a sentir y manifestar el
dolor por la falta de la persona amada.
Si la muerte ha venido precedida de una
larga y dolorosa enfermedad, puede que los nietos no hayan ido a ver a su
abuelo desde hace mucho tiempo. "Para conservar una buena imagen",
dicen las mismas madres. Les han negado, así, el sentimiento noble de compasión
que el abuelo se merece.
Cada caso es cada caso, y no se puede
generalizar la manera de actuar, porque hay diferentes edades y caracteres.
Pero educar no es decir mentiras. Es verdad que algunas cosas se han de ir
explicando a medida que tengan suficiente entendimiento para entenderlas y la
necesaria madurez para asimilarlas. Pero eso no quiere decir ocultar todo lo
que haga referencia al dolor, al sufrimiento, a la muerte. Educar es preparar
para la vida, enseñar en que consiste. Y la vida tiene un componente
importante, que es el final inapelable de la muerte, que tendremos, también, de
mostrar y explicar según nuestras propias convicciones. No se trata, tampoco,
de obsesionarse con el tema, pero...
La información que damos a nuestros
hijos debe ser veraz, oportuna en el tiempo y la situación, y natural. Esto
vale para todo. También para el dolor, el sufrimiento y la muerte, que son
realidades que no debemos ocultar inexorablemente, sino que de manera natural,
mostraremos para enseñar precisamente, a hacerles frente y aceptarlas tal como
son.
Comentarios
Publicar un comentario