Educar: 6 - ¡Me aburro!

¡Me aburro!

Estas son unas palabras que hemos escuchado a un hijo nuestro, alguna vez, cuando después de pasearse por toda la casa un buen rato con las manos en los bolsillos y  la cara larga, ha solicitado finalmente nuestra ayuda.
Si esto sucede, tendremos que actuar con urgencia y con imaginación. Debemos tener presente que el aburrimiento es, probablemente, una de las cosas más destructivas para las personas, y en concreto para los niños y adolescentes. Educación y aburrimiento son, efectivamente, palabras irreconciliables. No pueden convivir juntas. Si ante las frases "mamá que hago", o "papá, me aburro", nuestra respuesta es sólo "¿por qué no lees algo?" O "vete a jugar con tu hermano", quizás no estaremos atendiendo suficientemente las necesidades de nuestro hijo.

Es probable que necesiten un poco de nuestro ingenio para encontrar una actividad atractiva, una orientación, o una idea. Y, a veces, requerirán nuestra total disponibilidad para compartir un rato de nuestro tiempo.
La explicación del problema es simple. Los chicos, las chicas, especialmente hasta diez u once años, no saben organizar su tiempo libre. No siempre saben cómo divertirse o entretenerse. Sobre todo, en los mayores, no debemos dejar que el tedio o el aburrimiento tomen posesión de su tiempo. La inactividad y la apatía son malas compañías.

Del aburrimiento a la tristeza hay muy poco trecho. Y sin la alegría nos quedamos sin unos de los ingredientes más fundamentales a la hora de educar.
Del aburrimiento al mal humor hay poca distancia. Y con caras largas no se puede ir a ninguna parte.
Del aburrimiento al desaliento hay poca separación. Y si falta ilusión, es inútil proponerse objetivos de mejora.

Cuando un chico se aburre en casa con una cierta frecuencia, buscará fuera del entorno familiar la distracción que no encuentra. Primero se centrará en el televisor o el videojuego. Después quizás pasará el mayor tiempo posible fuera de casa, con la falta de control y desconocimiento de las actividades y compañías que ello conlleva.

Tendremos que procurar facilitar los suficientes recursos, no necesariamente materiales, a los hijos para que sean capaces de entretenerse y pasárselo bien fácilmente. Por eso procuraremos descubrir y dar oportunidad de ejercer las aficiones más profundamente personales para erradicar esta tendencia al desinterés y a estar de paso de todo, que amenaza a las nuevas generaciones. Crear aficiones en ámbitos diferentes: deporte, excursiones, gusto por la naturaleza... Tendremos que fomentar la lectura creando un ambiente propicio en casa. Pero, por encima de todo, se trata de crear una actitud de aprovechar el tiempo, de interesarse y admirarse por las cosas, de tener iniciativas... Una actitud positiva y optimista de querer llenar bien la vida.


Daremos ocasión a nuestros hijos para que traigan a sus amigos a jugar en casa. Procuraremos crear un ambiente familiar agradable en que la simple compañía y conversación sean un motivo para encontrarse bien. Fomentaremos las tertulias en las que hablaremos de todo. Planificaremos actividades familiares, poniendo imaginación para que resulten divertidas y formativas, y que servirán, también, para crear recuerdos comunes que serán, después, un motivo de conversación que ayudará a mantenernos unidos.

El aburrimiento es un mal que suele presentarse los fines de semana y durante las vacaciones. Para evitarlo, tendremos que hacer el esfuerzo de pensar y prever con tiempo suficiente las acciones oportunas. Y así, eliminaremos el aburrimiento y afirmaremos la alegría familiar.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Virtudes: 11 - Espíritu de servicio

Objetivos: 7 - El valor de la amistad en los hijos

Virtudes: 16 - Tono humano