Virtudes: 8 - Un pequeño detalle: la gratitud

Un pequeño detalle: la gratitud

Me contaron una especie de chiste en el que un hombre casado, habiendo oído hablar de los pequeños detalles y siendo consciente de sus propias carencias con su esposa, decidió compensarlas y un día, terminando muy pronto del trabajo, se presentó en su casa con un ramo de flores, una botella de cava y una caja de bombones para dar una agradable sorpresa a su mujer. Al abrir ésta la puerta exclamó. "¡Lo que me faltaba! El pequeño no ha parado de llorar en todo el día, se me ha estropeado la lavadora, ha llegado la factura del gas del mes pasado, y ahora, tú, llegas borracho, antes de tiempo, y sin que haya terminado el trabajo de casa”.

Esto es lo que pasa cuando estos detalles extraordinarios están completamente desvinculados de nuestra actuación diaria. En el aspecto que queremos tratar, la gratitud,  si son oportunos son muy buenos, pero no pueden substituir los de cada día.

La gratitud es aquel sentimiento por el que nos consideramos obligados a apreciar el beneficio o favor que nos han hecho, o nos han querido hacer, y a corresponder a él de alguna manera. La gratitud constituye un eficaz vínculo entre los hombres y revela con bastante exactitud la calidad interior de una persona. La gratitud exige una capacidad especial para apreciar los favores y pequeños servicios que los demás nos hacen. En la medida que desarrollamos la capacidad para apreciarlo, notaremos que el número de personas que nos hacen algún beneficio aumenta sorprendentemente, porque la convivencia humana está llena de estos pequeños o grandes servicios mutuos. Esta capacidad está reñida con la soberbia. El soberbio es incapaz de agradecer nada, siempre cree que todo le es debido o bien porque lo ha pagado o porque era obligación de los demás, el hacerlo.

Tenemos que hacer ver a nuestros hijos la cantidad de servicios que recibimos desde fuera del hogar: el periódico que tenemos en nuestras manos por la mañana porque han estado trabajando toda la noche anterior, la tienda que está abierta a las horas que podemos ir de compras, los servicios públicos que funcionan noches, domingos y festivos ... y ¡tantas cosas! Ensancharemos, así, su capacidad de ser agradecidos.

En nuestro hogar debemos tener cuidado de los detalles que afectan a la gratitud. En una familia cada uno recibe algo de los demás: un consejo, una enseñanza, una ayuda, un favor, una palabra amable o graciosa con que se ha disipado un momento de mal humor, las alegrías que se comparten, la comida que está a la hora en punto, la ropa limpia y planchada, alguien ha cerrado las ventanas para que no entre el frío, se han cumplido los encargos, todos han colaborado en el orden de la casa, la pequeña sorpresa que el padre ha llevado por la noche... La mejor manera que los hijos se den cuenta de las muchas cosas que se hacen en un hogar y por tanto, motivo para agradecerlas, es ponerlos a hacer algo para los demás desde bien pequeños. El que nunca hace nada, acaba creyendo que no hay nada para hacer.

Una vez nos hemos dado cuenta de los favores que recibimos, nos tenemos que poner a corresponder. Para corresponder, hay un pequeño detalle que se concreta en una palabra: gracias. Deberíamos utilizarla mucho. Deberíamos enseñar a dar gracias por todo. Cuando el pequeño pide agua en la mesa y el padre se lo da, éste le pregunta: ¿qué se dice? La hermana mayor le recuerda: ¡la palabra mágica! El pequeño acaba murmurando tímidamente: gracias! Y así una y otra vez, hasta que se adquiere el hábito de decir: ¡gracias! Y no sólo se trata de decir, sino de sentir el agradecimiento, que llevará a corresponder haciendo todos esos pequeños servicios o favores que en un hogar son necesarios que nos hagamos unos a otros.

De esta manera levantaremos, seguro, el nivel de convivencia en nuestro hogar. Al contrario que en el caso del chiste con el que empezábamos, no habrá que rectificar grandes carencias, lo cual no quiere decir que, de vez en cuando, tengamos un detalle de gratitud extraordinario, ¡una sorpresa! Detalles que no estarán desvinculados del clima de gratitud mutua que hemos procurado vivir en la familia. Detalles de gratitud que enseñaremos también a hacerlos extensivos con los de fuera de casa, con motivo de algún servicio recibido o de algún favor o atención.


No olvidemos estos pequeños detalles de convivencia... ¡gracias!

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