Actitudes: 3 - ¿Cómo mejorar la comunicació con los hijos?




                  ¿Cómo mejorar la comunicación con los hijos?

            Si amar a los hijos es importante para su educación, también lo es conocerlos, porque no se quiere lo que no se conoce, y para conocerlos hay que tratarlos.
            De aquí se deduce la importancia de la comunicación y el diálogo entre padres e hijos dentro del ámbito de la familia.


            Una anécdota puede servir para encontrar la manera de mejorar la comunicación. La oí contar, ya hace tiempo, a los mismos protagonistas. Un matrimonio había asistido a una charla de orientación familiar en la que se había destacado la importancia de la comunicación entre padres e hijos. Les habían hablado de la importancia de la tertulia familiar y les habían animado  facilitarla y fomentarla. Animados por la idea decidieron potenciar esta costumbre que no tenían muy arraigada.
            Después de hablar entre ellos – padre y madre – convocaron a sus hijos y en tono solemne les comunicaron que los sábados, después de comer, se reunirían un rato todos juntos para tener…una tertulia familiar! Los hijos se los miraron entre intrigados y sorprendidos, y aunque plantearon algunos inconvenientes, entre ellos la serie de televisión que hacían a la misma hora, la euforia de los padres hizo pasar por alto estas pequeñeces. Llegado el primer sábado y convocada toda la familia, no sin alguna reticencia, el padre inició la tertulia haciendo un comentario que había preparado sobre una noticia del periódico de la que le pareció que se podía sacar provecho educativo. No provocó ningún tipo de intervención, pero impertérrito continuó, explicando un chiste que había aprendido el día anterior. Nadie se rió, sólo la madre, la cual ya un poco nerviosa inició un turno de preguntas sobre los planes que podrían hacer durante las vacaciones.
            En este momento llamaron a la puerta y la hija mayor se excusó diciendo que había quedado para tomar café con una amiga. Aprovechando la confusión, la pequeña corrió a encender la televisión a tiempo de ver el capítulo de la serie que había estado a punto de perderse, arrastrando a los demás, a excepción del padre y la madre, que se quedaron solos, defraudados , diciéndose: "No aprenderemos nunca. Hemos perdido la batalla de la comunicación. Nuestra familia no hay quien la arregle ", y otras cosas por el estilo.
           
Aquel padre continuaba explicando que el mismo sábado, a las ocho de la tarde, cuando sentado en la mejor butaca, con una cerveza en la mano, se disponía a ver el partido de la tele, con el diario  en la otra mano para los momentos de anuncios y los ratos más aburridos, apareció el hijo mediano por la puerta haciendo una pregunta que seguro habéis oído más de una vez: "Papá, ¿sabes lo que pasó ayer en el colegio?". El padre, en un momento de inspiración apagó la tele, dejó el diario (la cerveza no era necesario) y se dispuso a escuchar a su hijo. En ese mismo momento llegó de la calle la hija mayor y, curiosamente, con ganas de charlar y de aportar sus propias experiencias al diálogo iniciado sobre las injusticias y manías de los profesores de matemáticas. La madre, atenta, dejó de trabajar en la cocina y también se incorporó, junto con la pequeña que estaban jugando en su habitación, en la conversación que ya había ido por otros caminos.
            De este modo, a las ocho de la tarde del sábado, de manera improvisada, mientras quien sabe lo que hacía el "Barça", tuvo lugar la tertulia familiar.
            La enseñanza que podemos sacar de esta anécdota es sencilla y difícil al mismo tiempo. El diálogo con los hijos no tiene lugar, normalmente, cuando quieren los padres, ni de lo que quieren los padres, sino cuando los hijos quieren y de sus cosas. Si entonces nos encuentran disponibles para escucharlos con mucho interés, mantendremos abierto el canal de la comunicación que nos permitirá hablar, también, de otros temas.
          
            Si no lo estamos, lo cortaremos y con él, cortaremos el trato necesario, el conocimiento mutuo y, poco a poco, la estimación.
           La comunicación y el diálogo con los hijos requieren fundamentalmente una actitud interior de absoluta disponibilidad por parte de los padres
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